Al observar un paisaje estamos inconscientemente analizándolo y aprendiendo de él. Simplemente lo miramos y pensamos qué vemos y qué sentimos.
Este paisaje se compone de blanco negro y azul, tres colores. Esa limitación cromática lejos de perjudicarlo lo engrandece.
Una montaña se convierte en un lienzo donde nuevos trazos se dibujan cada día, cada momento. Pinceladas blancas o negras. Dependen de muchos factores, del viento, de la temperatura, de la hora del día y sobre todo del espectador que observa, que lo analiza, que aprende, que siente…
El azul aparece en todas sus tonalidades, el cielo, el agua, el agua convertida en esculturas flotantes, esas formas que invitan a la observación, a la ambigüedad ,al encuentro con emociones y sentimientos.
Blanco Negro Azul en la música del Ártico.
Imágenes realizadas en Svalbard, Noruega 2018
En mi vida siempre ha estado presente el mar.
Nací al Sur, donde el Atlántico y el Mediterráneo se abrazan ...