tierra quemada

TIERRA QUEMADA

Paisajes diversos en los que la SAL es la protagonista.

Los caminos de la tierra quemada

La SAL marina se genera a lo largo de un extenso y continuo recorrido del agua.

A lo largo de miles de años y a través de tierras distantes, fenicios, griegos y romanos ya apreciaban el valor de la SAL.

Los romanos compensaban a sus empleados con SAL, de ahí las raíces latinas del término actual «salario», y Aristóteles la denominaba «tierra quemada», ya que su formación involucra cuatro de los elementos naturales: Agua que la crea, Tierra que actúa como un sustrato impermeable, Fuego del sol para calentarla y Aire que facilita la evaporación.

El movimiento ondulante del agua de mar a lo largo de millones de años ha erosionado diversos minerales y rocas presentes en la Tierra, encontrándose estos en suspensión. Al evaporarse en las salinas, el agua deja esos cristales de sal con el mayor concentrado de minerales naturales existiendo, siendo la SAL la única roca que consume el ser humano y el alimento más valioso creado por la naturaleza.

La SAL nos ofrece un viaje interminable por los océanos que surcó Ulises, atravesando culturas antiguas, tierras inexploradas y paisajes exóticos y peculiares, transformando el entorno y generando un paisaje lunar repleto de contrastes. En las balsas donde el agua marina se asienta, la vida emerge. Los microorganismos crecen en función del nivel de salinidad, tiñendo las aguas de diversos colores: Rojos, amarillos, azules, rosas… A medida que el agua se evapora y la salinidad aumenta, la biodiversidad rica disminuye.

Al concluir el proceso, el recorrido del agua culmina en cristales de SAL.

Imágenes tomadas en:

Salinas de Fuencaliente, Isla de La Palma, España.

Lajas de los Silos, Isla de Tenerife, España.

Salinas de Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, España.

Salinas de Torrevieja, Alicante, España.